Discutieron entonces el camino que se debía tomar y presentaron sus planes respectivos.
Thorhall el Cazador quería ir hacia el norte, más allá de Furdustrandir y Kjalarnes, para buscar Vinlandia; Karlsefni, por el contrario, quería ceñir la costa en dirección sur, porque creía que el país mejoraría a medida que se alejaran hacia el sur, y juzgaron conveniente poner a prueba ambos proyectos.
Thorhall aparejó su barco en el lugar más abrigado de la isla; sólo nueve hombres
se habían unido a él, el resto de los viajeros acompañó a Karlsefni.
Un día, tras beber un sorbo del barril de agua que acarreaba a bordo de su barco,
Thorhall recitó:
«Estos guerreros de corazón de roble
con un cebo me atrajeron a esta tierra,
con la promesa de bebidas indecibles;
¡ahora podría maldecir este país!
pues yo, el que lleva yelmo,
debo ahora hincarme de rodillas ante un manantial
y arrastrar un barril de agua;
ni una gota de vino ha tocado mis labios.»
Entonces se hicieron a la mar y Karlsefni los acompañó hasta que llegaron a la altura de la isla.
Antes de izar la vela Thorhall cantó:
«Regresemos ahora al hogar de nuestros compatriotas; deja que nuestra nave que cruza el océano a zancadas explore las anchas regiones de la mar mientras estos ansiosos hombres-espada que alaban estas tierras se establecen en Furdustrandir y cuecen ballenas.»
Y con esto se dividieron en dos grupos.
Thorhall y su tripulación navegaron rumbo al norte, más allá de Furdustrandir y Kjalarnes, y trataron de virar hacia el oeste desde allí.
Pero toparon con furiosos vientos de proa que se apoderaron del barco y lo llevaron a Irlanda.
Allí fueron cruelmente vencidos y esclavizados; y allí murió Thorhall.
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